"Reviews" de la Zay

-"Atrevida,inédita, trotamundos,hedonista e
inconforme" -Valeria Piña alias (La compañera de viajes y de pobreza de la Zay en Europa).

-"Chiquita e impulsiva- Jorge L. Suárez alias (El Prodigioso).

- "Hardcorosamente jocosa y espontánea" - Pedro Antonio Colón alias (La Bestia).


-Zayra, Zay, Zayflo: mujer pueblerina y de cabellos con colores excéntricos (puede que esto haya cambiado ya) que grita, a veces silenciosamente, por lo que quiere. Lo mejor de todo, es que logra su cometido. ¿Dónde están las otras Zay por favor?"- Giselle Avilés Maldonado alias (La Gi Trotamundos).


domingo, 19 de septiembre de 2010

Mentiras

La historia empieza como las de siempre, una mujer buena gente que no sabe que hace con un perdedor. Supuestamente él no hacía nada para superarse, no era de su clase y por dicha razón era obvio el abandono. Pero ante todo nunca existía ese paso que le dieran punto final a la relación. Todo lo contrario, cada vez parecía solidificarse más.  Ella le pedía bienes materiales y él se los daba sin poner un pero, claro, jamás eran suficientes. Ella quería más.  La cosa es que mientras el otro estaba jodido trabajando, tranquilo, pendiente a ella como un perro faldero, la susodicha se pasaba cogiendo y cogiendo con otro tipo. También de vez en cuando le sacaba en cara al primero su falta de amor para poder conseguir más y obviamente tapar sus fechorías haciéndolo  sentir culpable, para así no tener que bregar con su conciencia (que en definitiva no creo que tenga).
No está de más contarles que para colmo de males las cosas le han salido perfectamente bien.  Mientras uno llega el otro se va, mientras habla con uno, el otro en par de minutos será llamado.  Y cada día que pasa exprime más los bolsillos ajenos,  engañándolos con las artimañas del amor.  
Es gracias a este relato que  me pongo a  reflexionar lo siguiente: “después nos quejamos que los hombres son una pura mierda… (y sí, quizás tengamos razón), pero también debemos recordar que existen desgraciadas y sendas putas que son las culpables de envenenar con ira su corazón”

viernes, 17 de septiembre de 2010

Una cita con la migra

Debo admitir que eso era ya casi una profecía. Se sabía que pasaría, pero así como el juicio final se desconocía la hora y la fecha indicada. Muy bien lo decía La Negra, era sólo cuestión de tiempo que me tocara enfrentarme a “la migra”. 
                La fecha llegó y mis días en la supuesta Madre Patria (o como con cariño le llamamos aquellos que hemos sido colonizados “sendos Hijos de PuT$%^&*”), llegaba a un final cercano. Por obvias razones tenía que renovar mi estado de “alien” para ver si por una buena vez acabo de parir el conocimiento faltante para producir mi tesis. Así que documentos en mano, agua, comida y una ofrenda a la Virgencita me fui a extranjería para ver si de una vez me renovaban mi tarjetita. 
                Si ya de por sí los españoles se dan un puesto en la mayoría de las cosas, no dudemos de sus habilidades  en las cuestiones de extranjeros. El talento de la lentitud estaba glorificado a la décima potencia. Había madrugado lo suficiente para llegar hacer un turno decente, pero el oficial que “amablemente” me amenazó con que me sacaba si no volvía a las 12, me hizo el favor que me tocara el turno 409. Yo que no cabía de la alegría por dicho favor humanitario, no me quedó de otra que ponerme a observar a los chinos, musulmanes, latinoamericanos y algún “yankee” disfrazado como yo, según luego me apoderarían los funcionarios españoles.
                Si algo había en ese sitio por supuesto eran chinos. Todos con el mismo rostro, esperanzados en tener una vida mejor. Por desgracia aparentemente los españoles no son muy amables con los chinos, y por la menor provocación, o la pregunta incorrecta eran  llevados a un cuarto oscuro para su desgracia o en el mejor de los casos insultados por su nacionalidad. Los musulmanes tampoco corrían mejor suerte, y estos eran tratados con muy poca simpatía. Recuerdo a una mujer joven que pasó por medio del pasillo e insultó a todos aquellos que estaban en su paso, diciéndole que ahora estaban en su país y que tenían que obedecerla.
                Hastiada de tanta xenofobia y de escribir mil cosas para evitar llenarme de coraje, me tocó mi turno. “ Con que Yankee” dijo el guardia que me había prohibido el paso. “De haberlo sabido te hubiera dejado entrar” resaltó. “Lamentablemente si hubieras llegado más temprano te hubiéramos atendido, ahora tienes que esperar de tres a cuatro semanas” sentenció. Y así con mi hígado envenado de tanto coraje y la bilis a punto de reventar me marché con una sonrisa fingida como los otros emigrantes, que se han tenido que callar su orgullo por lograr sus objetivos.

Ilusiones Rotas

La historia que voy a contar no es una de esas típicas de amor en la cual la vida pega duro, pero al final todo lo puede y logra vencer todos los obstáculos. Ni siquiera es un amor puro, ha sido envenenado por el tiempo, los dolores, el rechazo y el orgullo.
                Es un amor cobarde de esos que no se cuentan por miedo de aceptar el fracaso y la realidad de que se no ha querido luchar. Así mismo es… esta es una historia de amor sin final, de esas esperanzadas que algún día pueda existir un por qué o una acción. Les cuento esta historia porque al fin al cabo deben existir millones como ella.
                Dos personajes orgullosos, problemáticos, incapaces de ceder y egoístas son los  principales protagonistas  de este amor destinado al fracaso.  Ambos se enamoran y se pierden en un torrente de desilusiones, problemas, tristeza y de dolor por todas aquellas palabras que nunca se dijeron. Ninguno se atrevía dejarse llevar por sus sentimientos, ambos tenían miedo que el amor les llegara a dominar. Por eso dejaron que se desvaneciera, huyeron como cobardes y escaparon  con el corazón de piedra para evitar volver a sentir. Huyen porque tienen miedo a enfrentarse a su destino, a luchar por estar juntos, a la desilusión… pero ante todo tiene terror de ser perdonados.  
                Mientras tanto pasan los años, como si fueran días y dos almas siguen rumbos distintos, esperanzadas en su interior de volver a encontrarse.  Quizás algún día  tengan el suficiente valor de aceptar que están destinados a estar juntos o simplemente se conforman con soñar con un mejor pasado.  

Peek Show



                Era un miércoles cualquiera, de esos aburridos, donde se te mezcla los pensamientos y los problemas en la cabeza. Necesitaba dinero, concentración y sobre todo encaminar mi investigación que la pobre andaba media descarriada. Resultó que para variar hice todo menos encargarme de mi parto doloroso y decidí olvidarme de mis penas con lo mejor que sé hacer… yoga y sexo. Bueno lo de sexo les contaré que mi presencia  no fue muy participativa.
Hace casi dos años comencé una investigación que se enfocaba en el mundo de la prostitución y el sexo que culminé en mayo de 2009.  Fue por culpa de ella (lo juro) que las visitas a los puteros se hicieron en parte de una rutina de vida.  Bajar a los mundos de la noche, participar de ellos  poniendo pesitos, escuchar ofertas un poco deshonestas y hasta tener que ayudar a la chica a encender el show con mi presencia fueron momentos inolvidables. Por eso cuando me comentaron que en Barcelona existía un Peek Show donde por menos de 2 euros podía ver  a una pareja follar por cinco minutos, decidimos explorar el lugar.
                ¡Que cosa más decepcionante fue llegar a esa tienda sex shop alias prostíbulo que me habían recomendado! Las mujeres no se sabían mover en el tubo, las pobres  estaban más defalcadas que el carajo (hasta yo podía haber hecho escante con mis senos) y la única que se veía interesante había tenido algo colgando entre sus piernas en un pasado no muy lejano. 
Después de haberme clavado con una cerveza Estrella Damn por seis euros nos prometían que el sexo por dos euros más sería el mejor premio de consolación.  Eso iba a ser la cosa más hardcorosa que haya conocido según las promesas de los participantes. Incluso me lo habían vendido que iba a ver hasta semen hasta por las orejas. Pero no, fue aun peor… esas pobres chicas… perdón chicos (es que el tipo era tan afeminado  y delgado que parecía una mujer bien fea) lo hacían sin las menores ganas posibles. Era el peor sexo que había visto y aun peor … pague por verlo.
Después de beberme mi cervecita y lamentablemente tener que caminar una millonada y pagar por taxi, (ya que el metro había cerrado), culmina la historia de Zayra en su primer “peek show”. Esperemos que esto haya servido para aprender la siguiente lección: “porque pagar por las cosas que puedes obtener gratis y sin mucho esfuerzo”.